Un año de encanto: Reflexión sobre mi recién estancia escolar en Irlanda
Mientras rememoro el año transcurrido, mi corazón se hincha de gratitud y alegría. Ha llegado el momento de despedirme de la Isla Esmeralda, concluyendo un extraordinario año en Irlanda. Este increíble viaje me ha transformado de un modo que nunca hubiera imaginado. Es hora de reflexionar sobre los hermosos recuerdos, las personas extraordinarias que he conocido y expresar mi profunda gratitud por esta experiencia que ha cambiado mi vida.
Desde el momento en que bajé del avión, Irlanda me acogió con los brazos abiertos. Las cálidas sonrisas, la genuina amabilidad y el ambiente acogedor me hicieron sentir como en casa al instante. Los irlandeses te hacen sentir como en casa desde siempre. Su calidez y hospitalidad innatas crean un ambiente en el que uno puede prosperar de verdad.
Uno de los aspectos más destacados de mi año de estancia fue sumergirme en la rica cultura irlandesa. La música que resuena por las calles, los animados bailes tradicionales y el encantador folclore han dejado una huella indeleble en mi alma. Exploré antiguos castillos y me adentré en los cautivadores relatos de la historia irlandesa. Cada experiencia me permitió desarrollar un profundo aprecio por el patrimonio del país y sus perdurables tradiciones.
Más allá de la inmersión cultural, mi viaje académico durante este año de estancia ha sido increíblemente gratificante. El sistema educativo irlandés estimula el pensamiento crítico, fomenta la creatividad y hace hincapié en el crecimiento holístico. Los apasionados profesores de los que tuve el privilegio de aprender me inspiraron para superar mis límites y explorar nuevos horizontes. Gracias a los animados debates en clase, las excursiones educativas y los interesantes proyectos, adquirí un conocimiento más profundo de diversas materias y amplié mi visión del mundo.
Los impresionantes paisajes de Irlanda son sencillamente sobrecogedores. Desde los majestuosos acantilados de Moher hasta la serena belleza del Parque Nacional de Killarney, las maravillas naturales del país me han atraído constantemente. Pasé incontables fines de semana paseando por pintorescos paisajes, descubriendo lagos escondidos y recorriendo senderos costeros escarpados. Cada aventura reforzó mi aprecio por la extraordinaria belleza que ofrece la naturaleza.
Uno de los mayores tesoros que me llevaré para siempre de este año de estancia son las amistades forjadas a lo largo del camino. Los lazos creados con los compañeros de estancia y con los nativos trascendieron fronteras y culturas. Juntos compartimos risas, nos embarcamos en atrevidas escapadas y nos apoyamos mutuamente en los inevitables retos que conlleva vivir en un país extranjero. Estas conexiones han enriquecido mi vida inconmensurablemente y han transformado a extraños en amigos para toda la vida.
Ahora que me preparo para despedirme de Irlanda, me siento abrumada por la gratitud. Agradezco los innumerables recuerdos grabados en mi corazón, las lecciones aprendidas y el crecimiento personal alcanzado. Este año de estancia no sólo ha ampliado mi comprensión del mundo, sino que también me ha permitido descubrir un nuevo aprecio por mi propia herencia e identidad.
Extiendo mi más profundo agradecimiento a las familias de acogida, a los profesores y a toda la comunidad que me acogió como a uno más. Su apoyo y orientación inquebrantables han hecho que esta experiencia sea realmente inolvidable. Mi más sincero agradecimiento también a los coordinadores del programa de estancia, Dermot y Fay McGrath, que han hecho posible este viaje y han velado por nuestra seguridad y bienestar en todo momento.
Mientras me preparo para emprender el viaje de vuelta a casa, dejo un trozo de mi corazón en Irlanda. Este año de estancia me ha enseñado a aceptar nuevas culturas, a apreciar las amistades para toda la vida y a aprovechar todas las oportunidades para crecer. Irlanda me ha dado recuerdos que brillarán para siempre como una olla de oro al final del arco iris.
A cualquiera que esté pensando en participar en un programa de estancia, le animo a dar el salto de fe. No dudéis.
Escrito por Jan Riverola, alumno de 1r Bachillerato 2022-2023